lunes, 20 de abril de 2015

Inundación.

Es lunes por la tarde, estoy tumbado 
en la cama y solo me sale pensar.
Pensar en llorar, ya ves tú. 
¿Por qué? No sé, lo necesito.
Acabo el último cigarro que me queda 
y siento que me consumo,
que ya no queda nada.
Estoy vacío.

"¿Qué soy? ¿Qué siento?"- 
me pregunto mientras veo más allá 
de la ventana cómo las nubes grises 
se acercan.

No soy, no siento. 
He llegado a un punto 
en el que ya nadie me importa,
en el que estoy solo, 
en el que no puedo querer a nadie.
En el que por no querer, 
no me quiero ni yo.

Lo peor es que creo que 
me gusta sentir esa soledad. 
O no. 
A veces pienso en todo 
lo que tengo dentro y en lo que 
podría dar a alguien 
y me siento inutilizado. 
Siempre es un sí, pero no. 
No soy feliz con mi soledad,
es más, soy más bien triste.
Pero qué sería yo 
sin mi tristeza...

Quizás algún día encuentre a alguien 
tan triste y solitario como yo.
Quizás.

Se oyen truenos fuera.
Se deslizan las primeras
gotas sobre mi rostro.
Empiezo a ahogarme.

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