Ya no hay nada.
No hay risas.
No hay conversaciones hasta las tantas.
No hay tonterías.
No hay deseo.
Solo quedan llantos,
quizá nostalgia también.
Te has ido, y me has dejado de herencia estos sentimientos.
Seguramente ya estés buscando donde acurrucarte,
y eso es algo que me enerva.
Cuando menos lo esperaba,
llegó la tormenta.
Ya no estás,
pero aún eres.
Y tardarás en desaparecer.
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